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¿CÓMO LIDIAR CON PERSONAS DIFÍCILES?


Por: Nazario Castrillo Niebles; Coach personal y Formador empresarial.



Antes de empezar a hablar de personas difíciles, primero permíteme hacerte una descripción de ellas. Porque no existe una definición como tal, sino un conjunto de características y comportamientos que convierten al portador de las mismas en una persona insoportable.

Las personas llamadas coloquialmente como “difíciles” tienen uno o varios de los siguientes comportamientos son: sabelotodo, metiches, imprudentes, criticones, sarcásticos, agresivos, quejicosos, monopolizan la conversación, siempre tienen la razón, son muy optimistas o muy pesimistas, tercos como una mula, no quieren perder una; etcétera, etcétera, etcétera. Son literalmente un “saco de plomo”.

Pero habiendo identificado a este tipo de personas, viene la pregunta objeto del presente artículo ¿Cómo lidiar con personas difíciles?


No te desgastes con ellos.

El apóstol San Pablo le dijo a su consiervo Tito “Evita las discusiones acerca de la ley (o de cualquier cosa) porque son vanas y sin provecho” (Tito 3:9)

Con este tipo de personas es mejor no desgastarse, ni embarcarse en discusiones sin sentido, porque como dijo el apóstol Pablo; son vanas y sin provecho. Sacan todo su arsenal de insultos, sarcasmos, no te dejan hablar, interrumpen en todo momento, todas se las saben, en fin; la comunicación productiva y fluida con estos personajes es prácticamente imposible.

No te dejes provocar:

El rey Salomón; considerado uno de los hombres más sabios de la humanidad lo expresó de esta manera: “La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor” (Proverbios 15:1). No pierdas nunca tu compostura, mantente decente desde el principio hasta el fin. Recuerda que lo cortés no quita lo valiente. Este tipo de personas, a menudo, suben el tono de la voz, porque con ello quieren proyectar una imagen de “temibles y fortachones”, de bravucones, y piensan que con esa patanería todo el mundo les ha de temer –Cuan equivocados están- precisamente hacen eso, porque cuando ya no tienen argumentos recurren a las bajezas, los insultos, y los improperios para tratar de defender una posición de por sí perdida desde el inicio. No es el que más grita, ni mucho menos el que más groserías dice, el que se lleva la victoria en una disputa, es el que mejor se comporta.


Llénate de argumentos sólidos: Lo dijo un hombre sabio como Job: “Oíd, os ruego, mi razonamiento, y prestad atención a los argumentos de mis labios” (Job 13:6). A la hora de confrontar a este tipo de personas hay que hacerlo con argumentos sólidos, con datos concretos, con cifras exactas, con fechas, lugares, registros fotográficos y todo lo demás que se relacione. Este tipo de personas tratarán de manipular la conversación a sus antojos y colocarla a su conveniencia, pero se encontrará con una columna firme, que son los argumentos que tienes. Cuando vean que no pueden contra ti, huirán ladrando como perros y con la cola entre las piernas.

Al bagazo, poco caso:

Recordando nuevamente al rey Salomón quien dijo: “El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo desvarío” (Proverbios 10:13)

Las personas “difíciles” como las hemos llamado, son necias al inicio de la conversación, suelen perder la cordura durante la misma, y finalmente terminan cuasi locos al final de ella. Por eso mi recomendación es que, “al bagazo, poco caso”. Aplica los tres principios anteriores, y verás que los puedes “lidiar” como a un toro, no pretender cambiarlos, y tú; al mejor estilo de un torero tipo Manolete, Belmonte o cualquiera de esos grandes maestros de la tauromaquia, puedas cortar “rabos y orejas”.

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